sábado, mayo 27, 2006

Observé en ti.

Sabes, observé en ti a una persona buena, con un sesgo de integridad por el prójimo y un fugaz destello de condescendencia, para quien está buscando un mejor porvenir. Mientras admiraba tu rostro, me imaginaba que pensabas tú de mí; tratando de escudriñar tu alma, ya forjada por la profesión y templada por la ambición.

Mientras corrían los minutos y las preguntas se tornaban más capciosas, traté de comportarme de la menara más célere. No hice aspavientos por tu insistencia en conocer el papel que juego, ahora, con mi actual empleador; no obstante, consideré que la actitud inquisitiva, de parte tuya, sería para coordinar el motivo de mi necesidad de desarrollo.

Pensé que hablarte, sinceramente, podría ser una de las tantas posibilidades que tiene un ser humano de comunicarse con otro ser humano pero…. Rescato tanto las palabras de las huestes que se han fabricado, introduciéndoles el anagrama de terror, pavor y desprecio por la inexistente Buena Fe del prójimo que, lo único potente acá, es la no sinceridad profesional hacia cualquier persona.

Ya perteneces a mi colección, una compilación tan grande como mi capacidad para haberte hablado a los ojos y explicarte, humanamente, mi necesidad de laborar en otra organización, aunque haya sido para repartir.


Atte.
HSQO

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.